Como bien expliqué en un post anterior, la tercera y última tarea del cómic autobiográfico es hacer el cómic mediante pizap, una web que permite crear comics tanto de dibujos como subiendo fotos propias.
En esta parte es donde hay que integrar las ideas sobre educación y género de la charla de Estitxu y las fotos relacionadas con el tema. Tengo que decir que, al igual que mi compañera Izaskun Pedrea, me ha encantado hacer este trabajo. La verdad, creo que es el que mas he disfrutado haciendolo, tanto con las fotos, como despues con el photoshop.
Este es el resultado del cómic autobiográfico que llevamos semanas haciendo:
Pero dejarlo solo en la foto seria quedarse un poco pobres, así que hemos hecho un texto reflexivo que acompañase a la foto.
Este año, en el
trabajo modular hemos investigado respecto al género y los estereotipos que
están relacionados con ellos. Al principio, no sabíamos cómo abordar este tema,
ya que es muy extenso y complicado de sintetizar en unas pocas hojas. Como
personas, y sobre todo como mujeres, decidimos indagar en las consecuencias que
tienen los estereotipos en nuestra manera de ser y carácter.
Al investigar
sobre la imagen de la mujer durante la historia nos hemos dado cuenta de muchas
cosas. La primera de ellas y la que nos ha traído a hacer este trabajo es la
cosificación de la mujer.
Constantemente
nos están bombardeando con imágenes de mujeres bellas que solo buscan dinero,
ropa y un hombre que las mantenga. Hemos perdido todo tipo de derechos al
convertirnos en simples muñecas. Un claro ejemplo de esto podría ser la Barbie
que durante generaciones a acompañado a las niñas como muñeca de juegos
preferida., pero ¿qué es lo que la Barbie y muñecas semejantes a estas nos han
inculcado? Nada bueno, la verdad.
Mujeres que están
calladas y siempre sonrientes. Mujeres que solo desean vivir para estar bellas
y para buscar un buen hombre que mantenga sus caprichos. Resumiendo, las
mujeres somos consideradas meros objetos de decoración, somos algo que hace la
vida de los hombres más bonita y cómoda, para que ellos puedan seguir dedicándose
a obtener éxitos en el ámbito público.
Las mujeres somos
personas ante todo, no somos una lista de atributos, no somos objetos que
decoran. Parece que estamos condenas a vivir en la sombra de la imagen del
hombre, y nosotras nos negamos en rotundo a esto.
No llevamos
etiquetas, no somos solo madres, amantes, cocineras... somos más mucho más,
somos mujeres y ante todo personas. Personas que luchan por obtener sus propios
sueños y anhelos. No queremos escondernos tras de nadie, queremos que se nos
vea y se nos escuche como iguales, y no como seres inferiores que
constantemente hay que proteger y salvaguardar.
Lo peor de la
objetivización, aunque parezca mentira, no es el hecho de la negación del
derecho a ser personas completas, si no las consecuencias que tiene la
cosificación de la mujer.
El mundo y
nuestra sociedad ha utilizado muchas veces la cosificación de los seres humanos,
un claro ejemplo de esto está en un capítulo reciente y muy oscuro de la
sociedad occidental: la segunda guerra mundial y los campos de concentración.
Los nací hicieron
una gran campaña de desprestigio hacia no solo judios, sino a todos aquellos
que no considerasen que tuvieran los mismos derechos que ellos. Les trataron
como animales, se les olvido u obviaron que con quien trataban eran personas, y
como no las consideraban seres humanos, la violencia hacia ellos estaba
justificada, de igual manera que un granjero mata a una vaca porque ya esta
vieja y enferma.
Las mujeres hemos
sufrido algo parecido. Cuando a un ser humano se le quita la identidad de
persona, la violencia queda justificada, ya que ya no la ves cómo alguien
independiente, si no como algo que es de tu propiedad y todos sabemos qué
hacemos lo que nos da la gana con nuestras cosas. La consecuencia más grave de
esto es la violencia de género que tenemos que soportar a diario. Lo peor es
que este tipo de violencia se esconde detrás de pequeños gestos cotidianos de
los que no somos conscientes, porque los tenemos tan interiorizados que los
damos por naturales.
Nosotras con este
trabajo reivindicamos nuestro poder, nuestro derecho a ser personas y no cosas,
nuestro poder de elegir y sobre todo, nuestro poder como mujeres libres e
independientes. Se acabó esconderse tras de las sombras de los hombres, es
nuestra oportunidad de brillar con nuestra propia luz, esa luz que durante
mucho tiempo nos han intentado apagar.
Esperamos que las
cosas sigan cambiando y que, bien los hombres y bien las mujeres, siempre
tengamos el derecho a elegir quienes somos y quienes queremos ser, si tener que
llevar en nuestra espalda el peso de lo que los demás y la sociedad espera de
nosotros. Quitémonos las caretas, los tiques, los códigos de barras... apartémonos
de todo aquello que nos quiera encasillar y marquemos nuestro propio camino,
fiel a quienes somos en realidad.